Testimonio

"Al revés de la canción de Revolver, yo creo que cometí mis errores más bien tarde que pronto, pues siempre fui un niño muy bien mandao. Bueno, que "errores" es una palabra que ha dejado de gustarme. Preferíaria "formas ineficaces pero muy humanas de hacer las cosas antes de llegar a la definitiva". 

En fin, un día que mi cabeza estaba mala conocí a Charo Ajamil y ella me enseñó varias cosas, como aquellas pequeñas estacas a las que nos amarran de pequeños, y nos atan para siempre (si no hacemos nada por evitarlo). Me hizo ver que nada ni nadie puede valorarnos mejor que nosotros mismos (pues nadie nos conoce tanto y tan bien).

Me enseñó a rodearme de aquellos que valoren mi superación, y no mi perfeccción (siempre son mucho más compasivos y comprensivos).


También me hizo ver que el triunfo o el fracaso, la felicidad en definitiva, no radican en ganar más y más dinero o en tener mejor piso o mejor coche; aprendí de ella, cómo el hedonismo o el placer por el placer de la sociedad actual no llevan ni mucho menos al mejor puerto. 

Aprendí a no venderme lo que no me puedo comprar y a no abandonar lo que no puedo abandonar, además, aprendí a aceptarme tal cual soy... ¡Yo ya me entiendo!

Pero sobre todo aprendí que no me encontraba porque no quería darme cuenta de que yo, lo que de verdad quería, era no querer. Era no hacer todo aquello que yo creía que la sociedad, mis padres, el hedonismo, la crisis, mi super yo, las voces interiores, la falsa conciencia o quien carajo sea, me mandaba hacer. Porque, en realidad, yo era otro hombre que aquel que reflejaban todos aquellos espejos.

Gracias por todo, maestra."

Avda. Gran Vía, 24 - 2.º

26002, Logroño, La Rioja, ES

 

Horarios de mañana y tarde de lunes a viernes.